Primer largo, sólo un poquito musgoso y asequible, se deja hacer bastante bien.
El segundo largo aunque travesia y aristeo, tiene un ambiente increible con la visión de la Aguja de las Cuatro Puntas y las Torres de San Esteban.
Otro largo de placa nos deja en una cueva bajo un diedro raro que hay que superar hasta conseguir ser abducidos por la chimenea suspendida a la que nos dirigimos.
Según ascendiamos cambiamos arandelas rotas y roñosas de buriles corroidos por material actual, confiando al pasar en lo antiguo y en algún alien errático de dudosa estabilidad.
Una vez superado un bonito espolón, el siguiente largo es el más botánico de la vía.
En algún pasaje algo expuesto y liquenoso puede faltar un clavo, pero se deja hacer, apartando matojo.
La vía practicamente concluye en un recoleto jardín del que aun quedan uno o dos largos de trepada sencilla, pero con un par de pasos también tontorrones hasta la cima.
Esto es lo que se llama una reunión cómoda
Desde este punto se puede bajar haciendo una travesía semidescendente y larga hacia la izquierda, mediante dos rápeles ubicados también este mismo día o bien hacia la derecha en busca del descenso del sector Punta Boquerón.
Este es el croquis antiguo. Actualizado y mejorado en la Guía de Villarejo. Próximamente.
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